Para la inmensa mayoría, el arte es ese cuadro que se cuelga en la horrorosa pared del comedor para que deje de ser horrorosa. También es el jarrón que adorna un rincón, la estatuilla que siempre tiene polvo por mucho que se limpie; o cómo nos vestimos, cuidamos el jardín, nos maquillamos… Para otros, el arte es un trabajo, o una forma de inversión millonaria. Pero, ante todo, es el gran pasatiempo de la humanidad. Son millones los aficionados a la música, literatura, arquitectura… En realidad, todos practicamos algún tipo de arte a diario. El maquillaje, por ejemplo, es el arte más practicado en todo el mundo. Cada vez que preparamos algo para comer nos sumergimos en el arte de la gastronomía…

Pero el arte es mucho más. Es la manifestación del espíritu humano, de su personalidad, su forma de pensar y hacer en cualquier época histórica. Es la Cultura, con mayúscula. Para entender una cultura hay que entender su arte, todo su arte: desde la gastronomía a la arquitectura, una cultura se define por su arte. Por decirlo de alguna forma: el arte es el escaparate de la cultura, y de los seres humanos que hay detrás de esa cultura.

La cosa no acaba ahí. El arte refleja el ideal de belleza en cada momento histórico, así como su fealdad; su economía, política, costumbres sociales y mucho más. Tanto la belleza como la fealdad reflejan la sociedad donde fue creada la obra de arte* Pero, ante todo, el arte nos hace felices – o desgraciados – puede alegrarnos – o estropearnos – el día; sacarnos de una profunda – o meternos de lleno –  depresión. Este es el verdadero poder del arte: despertar, remover sentimientos que algunas veces no sabemos que tenemos.

La Noche Estrellada de Van Gogh

El arte es mucho más que la inspiración del artista. Es la técnica y los materiales que utiliza para plasmar esa inspiración. En muchas ocasiones, es más importante la técnica que la inspiración; es la primera pista sobre las intenciones del artista. No es lo mismo pintar que esculpir, ni componer que escribir. Tampoco es lo mismo pinturas acrílicas que óleo o pastel; ni madera o piedra para esculpir. La técnica y los materiales reflejan la personalidad del autor, incluso a qué público está destinada la obra. Cada autor tiene sus propias técnicas de trabajo, sus herramientas, cómo las utiliza. Lo definen más, incluso, que sus obras.

Clasificar las modalidades de arte es difícil. Nunca me gustó eso de Artes Mayores y Artes Menores. Todas las artes tienen su utilidad, su importancia, su función en la sociedad, en nuestra cultura. La pintura puede ser sublime, pero poca gente la práctica, y muchos menos pueden adquirir una obra considera sublime. El maquillaje es considerado un arte muy menor, pero tiene sus técnicas – algunas muy complejas – y es practicado por millones de personas a diario ¿Y qué decir de la jardinería? Otro arte considerado menor pero, como el maquillaje, practicado por millones de personas, muchas más que la pintura o la escultura. ¿Quién no tiene algunas plantas en el salón o en el balcón?

En realidad, el maquillaje y el estilo de vestir reflejan más la personalidad de las personas que la pintura. Con solo mirar la cara y la ropa que luce una persona sabemos su estado de ánimo, si pertenece a una tribu urbana (gótico, hipster, pijos…) incluso si va a una entrevista de trabajo, a reunirse con la persona amada, a comer en casa de la suegra…Dentro del mundo de las artes la pintura o la escultura son de gran importancia, pero artes consideradas menores como la orfebrería, moda o maquillaje definen más nuestra cultura, economía, sociedad, y nos ayudan mucho más a relacionarnos entre nosotros que la pintura o la escultura.

Mi propia y personal clasificación de todas las artes es sencilla: artes decorativas y artes de entretenimiento. Las artes decorativas son las que embellecen nuestro mundo, sin entrar en más detalles. En ellas estarían la pintura, arquitectura, orfebrería…Pueden tener carga sentimental, incluso denuncia política, social o económica. Algo tan cotidiano como es la peluquería puede expresar una fuerte denuncia hacía un sistema político, una economía o toda una sociedad. Pero, en el fondo, todas han sido creadas para embellecer nuestro mundo.

Luego tenemos las artes de entretenimiento. Aquí incluimos la música, la literatura, cine, teatro, series de televisión, etc. También puede tener gran carga de denuncia – o alabanza – a un sistema político, una economía, una filosofía o toda una sociedad. Pero se crearon para entretenernos, para que pasemos el rato sin aburrirnos, para hacernos felices.

Hay artes que tienen una utilidad doméstica, como la cestería o la cerámica. A estas artes, que suelen hacer muchos objetos artísticos iguales o parecidos con utilidad práctica, se les llama artesanales, y su arte: artesanía.

Todos practicamos algún tipo de arte. Tal vez no pintemos ningún cuadro en toda nuestra vida, o escribamos una novela o poesía. Pero todos los días elegimos la ropa que luciremos en la calle o en el trabajo, las joyas que adornan nuestros cuerpos, el maquillaje, cocinamos, cuidamos las plantas de nuestro jardín o balcón…

De una forma u otra, hacemos arte a diario.

*Vamos a poner un sencillo ejemplo de como el arte refleja el ideal de belleza, fealdad, economía e, incluso, la climatología predominante dentro de una sociedad. Basta con observar las Tres Gracias de Rubens. En ese cuadro vemos a tres chicas bailando, tan ligeritas de ropa que podemos admirar sus cuerpos rollizos, con preciosas bolsas de grasa. Hoy las llamaríamos “mujeres rollizas” “gordas” y, tal vez, pensemos que están enfermas, incluso obsesionadas por la comida o tan holgazanas que no van al gimnasio. La realidad es muy diferente, Las Tres Gracias refleja uno de los tiempos históricos más horribles de Europa. Fue pintado entre 1630 y 1635. Una época complicada en Europa, donde una serie de erupciones volcánicas en Islandia provocaron un cambio climático a más frio y lluvioso que hoy se conoce como la Pequeña Edad de Hielo. Provocó la pérdida de las cosechas, desatando una devastadora hambruna por toda Europa. Con el hambre llegó la guerra (La Guerra de los Treinta años) revoluciones (Los Segadores de Cataluña) epidemias de peste y gripe. Europa se hundió en la miseria y la pobreza. Cada día morían miles de personas, hasta el punto que tuvieron que enterrarlas en enormes fosas comunes. Bosques enteros desaparecieron para el suministro de leña, crucen en los cementerios y ataúdes.

Las Tres Gracias de Rubens
(Museo Nacional del Prado)

En un mundo en perpetua hambruna, la gente presenta un aspecto flaco, cadavérico, enfermizo; el canon de belleza no es estar flaco, precisamente, sino gordito o gordita. Es decir, son guapos o guapas los que se pueden permitir el lujo de comer a diario, y en cantidad suficiente para acumular grasa. Hoy, donde la comida abunda, es guapo el que se puede permitir el lujo del gimnasio, de seguir dietas y pasar tiempo en la playa tostándose al Sol. En la Edad Media, donde en noventa por cien de la población era campesina, con pieles tostadas por el Sol, la belleza residía en pieles blancas, propias del que podía permitirse el lujo de vivir dentro de una casa, a salvo de los rayos de Sol.

De esta sencilla forma, el arte refleja nuestra sociedad. Si algún día pintamos cuerpos rollizos (Botero aparte) con sus bolsas de grasa, es que nuestra sociedad va muy mal.

Pepe Bataller.

L’Olleria